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Ninshū (忍宗, Ninshū) es el episodio #464 del anime Naruto: Shippūden.

Sinopsis[]

Kakashi Icha Icha Aviso: Esta sección del artículo revela parte de la trama de la serie que tal vez no quieras saber.

Hagoromo se presenta ante los cuatro Hokages como el "Sabio de los Seis Caminos" y explica que Naruto y Sasuke, que portan las almas de Asura e Indra, respectivamente, están peleando contra su madre, Kaguya, y refiriéndose a Asura e Indra como sus hijos. Luego le explica a Hashirama que las almas de esos dos han estado transmigrando, y que el alma de Asura transmigró en él, mientras que la de Indra lo hizo en Madara. Hagoromo continúa explicando que Kaguya esperó mucho tiempo para poder resucitar, gracias a las dos almas, y que ahora sabe que Madara fue poseído por un tercer hijo de Kaguya, siendo este Zetsu para seguir su voluntad. Y para salvar a Naruto y a Sasuke, tendrán que saberlo todo para hablar sobre Asura e Indra de comenzar con el inicio del ninshū. Hace miles de años, Hagoromo y su hermano, Hamura, sellaron a su madre, Kaguya, y al Diez Colas en la Luna. Después, Hamura partió a la Luna para vigilar a Kaguya.

Hagoromo parte de su hogar, agradeciéndole a Gamamaru por haberle enseñado el Modo Sabio, con el que pudo derrotar a Kaguya. La razón de partida de Hagoromo se basa en dos objetivos: el primero es encontrarles un hogar a las Bestias con Cola, que nacieron de la división del Diez Colas, para lo cual, en su viaje, supervisará a las aldeas y comprobará que la gente no abuse de su poder ni lo use para pelear; y el segundo, es devolver a las tierras destrozadas a su estado original, ya que, en la pelea contra Kaguya, causaron mucha destrucción y debe pagar por esos crímenes. Gamamaru prevé que el camino sea duro y continúa diciéndole a Hagoromo que, anoche, tuvo un sueño, explicando que estos sueños se hacen realidad. Y el sueño consistía en que, en un futuro lejano, aparecerá un chico de ojos azules que llamará al Kyūbi por su nombre y que jugará con él y que ese chico podría hacer milagros; a lo cual Hagoromo le pregunta que si quiere decir que los malos tiempos volverán y temiendo que todo lo que va a hacer, será en vano. Gamamaru le dice que no debe de preocuparse, ya que el destino no se puede evitar, aunque lo intenten. Termina diciéndole que siga con su camino y, si tiene suerte, volverán a verse, despidiéndose y saltando a un estanque. Acto seguido, Hagoromo parte portando su Shakujō.

En el camino, Hagoromo se topa con un río, el cual quiere atravesar. Lo intenta, pero se topa con un puente destruido, haciéndole imposible seguir. A lo cual determina ese punto como su primera prueba. Cuando Hagoromo se dispone a empezar, un hombre decide observarlo. Le pregunta qué está haciendo; a lo que le responde que repara el puente. Ese hombre le pregunta que quién se lo pidió; a lo que Hagoromo le responde que todo el mundo necesita el puente. A lo cual ese hombre le dice que, como todo el mundo, necesita el puente, él aprovecha a que las personas se detengan, ya que el puente está roto para aprovecharse y decirle a las personas que pasará sus cosas sana y salvas al otro lado del río y cuando se las dan, sale corriendo, siendo ése su modo de ganarse la vida. Hagoromo reconoce al hombre como un ladrón. A lo que éste le responde que, si se entromete, lo molesta. A lo cual Hagoromo le responde que arreglará el puente solo. De ese modo, no lo molestará tanto. El hombre, molesto, le dice que no lo haga, pero al ver los ojos de Hagoromo, no opone resistencia. Mientras, Hagoromo continúa con su labor, el hombre le pregunta que por qué lo hace; a lo que le responde que es para pagar por sus crímenes y que, por eso, ambos son parecidos; un viejo aparece de repente e intenta cruzar el puente. A lo que el hombre anterior intenta convencerlo de ayudarlo a pasar a la otra orilla. No obstante, Hagoromo interrumpe y delata al hombre como a un ladrón. No obstante, Hagoromo interrumpe y delata al hombre como un ladrón, lo cual alerta al viajero y se va enojado. Esa acción molesta al hombre porque Hagoromo se metía en su negocio, quien le responde que no se irá hasta arreglar el puente y que sería mejor que buscara otro, pero el hombre le dice que los ladrones también tienen sus territorios y que no puede irse al de otro. A lo cual Hagoromo le pide que lo ayude para arreglar el puente, ya que, cuando termine, se irá a otro lugar, pero el hombre se niega. Entonces, Hagoromo le dice que espere hasta que termine el puente. Continúa con su actividad derribando un árbol con facilidad; cosa que sorprende al hombre, quien intenta mover el árbol derribado, siéndole imposible y preguntándose cómo puede ser Hagoromo tan fuerte. Pasado un rato, Hagoromo ya ha derribado varios árboles, los cuales ha apilado y aun con la llegada de una tormenta, sigue con su actividad (no dejando el hombre de observarlo). En medio de la tormenta, Hagoromo tropieza con un madero ya cortado; a lo cual el hombre se cansa de ver y decide ayudarlo y lo advierte de que si no se apresura, el río arrastrará toda la madera que reunió. Hagoromo le pregunta que si lo ayudará; a lo que el hombre le responde que sólo quiere que se vaya cuanto antes y cuando el puente esté terminado, lo destrozará. Finalmente, Hagoromo se presenta con su nombre. A lo que el hombre se presenta como Futami.

Mientras Futami apila madera, un niño le arroja una piedra en la cabeza y le pregunta qué está haciendo; a lo que le responde que construir un puente. El niño le dice que es un ladrón y eso no borrará sus malas acciones, comentario que molesta a Futami. A lo que al niño se va; Hagoromo aparece cargando un madero y le dice a Futami que, al parecer, también son iguales en eso; cosa que Futami niega y afirma que no quiere pagar por sus crímenes y que cuando el puente esté terminado, lo destrozará. Comenzando a atardecer, mientras Hagoromo y Futami están construyendo el puente, varias personas aparecen para observar el suceso, junto con el niño que estaba antes. Un tiempo después, Futami se percata de que ya llevan construido un tercio del puente; a lo que Hagoromo le responde que destruir es muy fácil, pero construir requiere de mucho trabajo. Futami le responde que con lo fuerte que están construyendo el puente, no se destruirá tan fácilmente. Hagoromo le dice que si lo construye demasiado resistente, le tomará mucho tiempo cuando quiera destruirlo (cosa que llama la atención de Futami). Futami observa a lo lejos y corre tras ver a varias personas rodeando la madera apilada, creyendo que van a robársela, pero ellos dicen que quieren ayudar, ya que ellos también usarán el puente, y ve al niño de aquella vez tropezando con los maderos. A lo que le dice que tome algo más pequeño. Ya habiendo varias personas más ayudando en la construcción de puente, por fin, logran terminarlo; cosa que celebra Futami con alegría. Hagoromo le dice que ya está terminado un puente que merece la pena destruir. A lo que Futami, estupefacto, le pregunta que cómo va a destruir un puente que le tomó tanto esfuerzo construir. Hagoromo le dice que hizo una buena acción y que ahora llega el momento de marcharse a nuevas tierras, y se despide de Futami. No obstante, cuando Hagoromo se está yendo, Futami le dice que lo acompañará. Entonces, Hagoromo le pregunta a Futami que si no vivía junto al puente. A lo que le responde que con un puente como ése, su negocio no tiene sentido.

Ya entrada la noche, mientras acampan, Hagoromo le dice a Futami que es agradable recibir las gracias, tras realizar una buena acción y, por eso, hacen más buenas acciones para poder sentirse bien, siendo ése el ciclo sin fin de las buenas acciones. Futami se percata de ello y le pregunta a Hagoromo quién es. Éste le responde que, hace mucho tiempo, causó caos en el mundo. Futami recuerda que, hace años, se produjeron tsunamis enormes y explosiones gigantescas, y le pregunta a Hagoromo si él fue el causante, pero se muestra incrédulo, al pensar que una persona no pueda hacer algo así, ya que si fuera tan poderoso, habría construido el puente en un instante. Hagoromo le responde que decidió no usar un poder tan excesivo porque, entonces, no podría entender los corazones ajenos. Entonces, extiende su mano y le dice a Futami que extienda la de él para luego tomarla. Futami dice sentir una fuerza fluyendo en él. Le pregunta a Hagoromo qué es, quien le responde que le pasó ese poder al que llama chakra, y que ese poder une a los corazones de la gente o es lo que pretende. Le explica a Futami que le entrega a ese poder porque su corazón se acercó al de él y que sabe que tiene un buen corazón. Ante ese acto, Futami se arrodilla y le pide ser su discípulo, porque siente que Hagoromo tiene algo especial. Ha estado viviendo una vida aburrida, sin valor, pero que él era distinto y que estaba seguro de que conseguiría grandes cosas y que, por eso, cree que, estando con él, hasta su vida triste tendrá algo de valor, ya que cuando construyó ese puente, las sonrisas de alegría de la gente, fueron el mayor orgullo de su vida y que, por eso, decidió unirse a Hagoromo, dirigiéndose a él con el sufijo "sama", quien le responde a Futami que le ha enseñado algo importante: que su viaje consiguió un nuevo objetivo: el tercer objetivo: unir a la gente mediante el chakra.

Hagoromo camina, junto a Futami, por un sendero, y se topan con otro río, por el cual también hay un puente roto. Entonces, aparece alguien que se ofrece para ayudarlos a cruzar hasta la otra orilla, pero, entonces, reconoce a Futami y, enojado, le pregunta qué hace aquí, ya que éste es su territorio. Futami le responde que van a reconstruir el puente; cosa que molesta al hombre, pero Futami le responde que, a partir de hoy, también será una buena persona (cosa que alegra a Hagoromo). Luego de reconstruir el puente, Hagoromo adquiere más seguidores, mientras narra que más personas aparecieron, personas dispuestas a comprenderlo y de ellos hubo quienes quisieron viajar con él para ayudar a los demás. Desde ese momento, los tomó como sus discípulos y compartió su chakra con ellos y llamó ninshū a este vínculo. Siguió pensando y aprendiendo, junto a sus discípulos, sobre qué era el destino, el amor, el poder y que así creía que, algún día, podría guiar al mundo hacia la paz, usando el chakra como vínculo entre ellos. El eterno viaje continuó mientras arreglaban innumerables destrozos. Y durante éste, encontró lugares, en donde liberar a las Bestias con Cola y levantó pequeñas capillas para observarlos. Muchos de sus discípulos se quedaron en las tierras, en donde liberaría a las Bestias con Cola y otros tomaron distintos rumbos para reparar otros lugares destrozados en su lugar, siendo así cómo el ninshū se fue extendiendo por todo el mundo. Más tarde, cuando Hagoromo estuvo a punto de morir, repartió entre sus pueblos a las Bestias con Cola que llevaba en su interior, rezando para que convivieran en paz en los días venideros. Pero estas intenciones fueron traicionadas y, a lo largo de la historia, surgieron personas que buscaban usar para mal el poder de las Bestias con Cola, lo cual agotó el amor que ellos sentían hacia los humanos.

De vuelta a la historia, el viaje de Hagoromo continuó y cuando dio por cumplido su objetivo, volvió a su aldea hogar, convirtiendo ese lugar en la sede central del ninshū; allá encontró esposa y tuvo dos hijos, siendo ellos Indra y Asura (muriendo su madre luego de dar a luz a Asura), pero ellos dos crecieron sanos. Eran buenos hermanos. El mayor cuidaba al menor y el menor siempre quería seguir al mayor, pero en ese entonces, no se había dado cuenta de que el poder de la oscuridad ya se retorcía para utilizar a sus hijos, estando el Zetsu Negro escondido.

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